A Ermentrudis
A Ermentrudis, hermana carísima, Clara de Asís, humilde sierva de Jesucristo, le desea salud y paz.
He sabido que tú, oh hermana carísima, con la ayuda de la gracia de Dios, has huido felizmente del cieno del mundo; por lo cual me alegro y me congratulo contigo, y de nuevo me alegro, porque tú, con tus hijas, caminas valerosamente por las sendas de la virtud.
Carísima, sé fiel hasta la muerte a Aquel a quien te has prometido, pues serás coronada por él con la corona de la vida. Breve es aquí nuestro trabajo, la recompensa, en cambio, eterna; que no te confunda el estrépito del mundo que huye como una sombra; que no te hagan perder el juicio los vanos fantasmas de este siglo falaz; cierra los oídos a los silbidos del infierno y, fuerte, quebranta sus embestidas; soporta de buen grado los males adversos, y que los bienes prósperos no te ensoberbezcan: pues estos piden fe, y aquellos la exigen; cumple con fidelidad lo que has prometido a Dios, y Él te retribuirá.
Oh carísima, mira al cielo que nos invita, y toma la cruz y sigue a Cristo, que nos precede; porque, tras diversas y numerosas tribulaciones, por él entraremos en su gloria. Ama con todas tus entrañas a Dios y a Jesús, su Hijo, crucificado por nosotros pecadores, y que su memoria no se aparte nunca de tu mente; procura meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de la madre que está de pie junto a la cruz. Ora y vela siempre. Y la obra que has comenzado bien, llévala a cabo con empeño, y cumple el ministerio que has asumido en santa pobreza y en humildad sincera.
No temas, hija, Dios, que es fiel en todas sus palabras, y santo en todas sus obras, derramará su bendición sobre ti y sobre tus hijas; y Él será vuestro auxilio y vuestro mayor consuelo; Él es nuestro redentor y la recompensa eterna.
Oremos a Dios la una por la otra, pues así, llevando cada una la carga de la caridad de la otra, cumpliremos con facilidad la ley de Cristo. Amén.